terça-feira, 31 de março de 2009

Paquirri



Monumento a "Paquirri"


Com os agradecimentos à escritora e grande aficionada mexicana María Isabel Galván Rocha por este belo texto sobre o saudoso matador de toiros Francisco Rivera "Paquirri", falecido em 26 de Setembro de 1984, depois de ter sido gravemente colhido na Praça de Toiros de Pozoblanco(Córdoba):

A Francisco Rivera

En la mañana de su muerte, un viento extraño sopló entre las hojas de los árboles, viene un recuerdo a la mente, son tantos los años pasados que el calendario los ha marcado, son 24 flores en San Fernando de la Sevilla, frente a Joselito Gallo, esta Francisco Rivera a quien decían el Paquirri.

Del Cádiz de los Zahara de los Atunes, es la patria chica que le vio nacer, de las andanzas de un torero joven, casi niño, iniciaba el difícil sendero de la torería. Un Camino, Paco le ofreció la alternativa cuando entró por la puerta grande a la vida, Zambullido se nombró el toro que inició en su aventura por el arte y el dominio de la tauromaquia.

La destreza fue su bien común, era poderoso en su andar y en su actuación, valiente en el ruedo y fuera de él, cruzó caminos en la banderilla y en la vida nunca fue esfuerzo alguno, la espada de su estoque.

De la feria de Abril triunfador de galas y en el arte de la estocada, brindó sus mejores faenas a un público que lo seguía, que le aplaudía, que brindaba el bravo ole al carisma del torero.

En andanzas por el mundo se le concedió un escapulario de oro, el recuerdo de un dorado paso por las plazas que lo vieron, lo sintieron, lo vivieron y le amaron.

Le recuerdo siendo sometido por un toro, era Avispado, era negro e insumiso, era en Pozoblanco, de una España que siempre es torera, fue un septiembre.

Entró en comunión con el pasado, son dos, pero es uno, uno yace y el otro lo revivo en mi mente porque es dolor que marchitó una vida, la cornamenta de una bestia que desgarró carne y el sustento de la sangre, que se alejó para no volver y exhaló la última bocanada de aire entre el martirio de la vida que se escapa y el sueño que se mece entre laureles de los grandes que nunca se olvidan.



María Isabel Galván Rocha - México

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